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Zorro rojo o comun / Vulpes vulpes

Los zorros son animales que nos producen miedo, ya que los vemos solitarios y salvajes, pero hay mucho más sobre estos caninos, parientes de los perros y lobos, que tienes que saber. 

Difícilmente vas a divisar a varios zorros juntos, ya que estos animales suelen preferir la soledad a la hora de moverse. A diferencia de otros caninos, no viven en grupos y salen a cazar solos en busca de presas para alimentarse.

Si bien son animales solitarios, a la hora de cuidar a sus crías, los zorros actúan en conjunto formando una especie de familia. De cada camada, pueden nacer hasta 11 zorros, aunque lo común es que sean 6. La hembra se queda a cuidarlos, mientras el macho sale a cazar para darles de comer.

No esperes encontrarte con un zorro gigante en el medio del bosque, ya que estos animales suelen tener un tamaño similar al de un perro mediano, animal del que son parientes cercanos. Lo más común es que midan 86 centímetros de lado a lado, aunque su cola puede añadirles hasta 56 cm extra. Asimismo son livianos, no llegan a pesar más de 11 kg en su especie más grande.

Los zorros salvajes no llegan a vivir más de tres años. Aquellos en cautiverio, viviendo el zoológicos, tienen una existencia más larga de aproximadamente entre 10 y 12 años. Eso no quita que dejen bastante descendencia. El macho puede tener varias compañeras, pero mientras están en pareja son fieles.

Estos animales utilizan alrededor de 12 sonidos diferentes para comunicarse entre ellos. Además, cada zorro tiene emite un tono único que ayuda a que los otros sepan de quién provienen los sonidos que escuchan.  Los zorros son muy astutos a la hora de cazar, ya que tienen un sentido magnético que les indica dónde pueden estar sus presas. A medida que se mueven hacia el norte, puede ver la sombra y escuchar el sonido de otros animales que van a la misma dirección, sabiendo así cuando es momento de atacar.   

Cernícalo común o vulgar / Belatz gorri

(Falco tinnunculus)

Una de las imágenes todavía frecuentes en las zonas abiertas o poco arboladas de buena parte de nuestra geografía, es la de una pequeña rapaz que, clavada en un punto del espacio, aletea frenéticamente mientras escudriña los campos de cultivo, el prado o el barbecho que se abre bajo ella, con la esperanza de lanzarse sobre algún saltamontes o un despistado topillo. Se trata del cernícalo vulgar, una de las rapaces más frecuentes de Europa, que muestra además una extraordinaria capacidad de adaptación a la hora de nidificar o de procurarse alimento.